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Cait Sidhe, El ladrón de almas

“el gato es críptico, y cercano a aquellas cosas extrañas que el hombre no puede ver” H.P.Lovecraft, Los gatos de Ulthar (1920)

Por obra indescifrable de un decreto
divino, te buscamos vanamente;
más remoto que el Ganges y el poniente,
tuya es la soledad, tuyo el secreto.
J.L.Borges, A un Gato (1964)

Todos los hombres supersticiosos temen al gato negro. Todos los hombres sabios respetan a los gatos en general. Quién ha tenido un gato alguna vez sabe que su poder hipnótico es sutil pero absoluto. El humano, está destinado a hacer su voluntad, el ronroneo es su arma más poderosa. Este breve apartado tratará sobre un gato en particular, el Cait Sìdhe de las Highlands escocesas, El ladrón de almas.

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El Mantícora

La sustancia del Mantícora, es la de las pesadillas. No pueden deparar otra cosa su abigarrado aspecto y sus preferencias antropófagas. Pero, ¿de dónde viene tan horrible ser, y cómo lo recuerdan la Historia y los mitos?

Debemos, quizás, su origen a la curiosa mitología persa. Los estudiosos atribuyen a Ctesias -un médico griego presente en la corte de Artajerjes Mnemón- la llegada del horrendo Mantícora a los lares de la mitología griega. Plinio, quien dio a la referencia del médico el crédito total de la verdad, detalla en su «Historia Natural» (VIII, 30) la apariencia de este ser: su rostro es de hombre, y posee ojos azules. Su cuerpo es color carmesí, y similar al del león. Posee una cola, rematada por un aguijón, como de un escorpión desmedido. Es carnívoro, y de todas las carnes, prefiere la del hombre, la cual devora con sus tres hileras de dientes «que calzan entre sí como los de un peine». A pesar de su forma grotesca, es grácil y veloz en la carrera; su voz puede equipararse a la de la consonancia de una trompeta y una flauta.

 

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Behemot, Bahamut, o el horror cambiante.

Narrar a Behemot, es mostrar cómo el temor de los hombres a menudo cambia de forma, sin perder su intensidad. Encontramos a este ser en el Libro de Job; en el capítulo XL se ofrece, de boca de Yahvé, una descripción de esta bestia: posee una poderosa musculatura en sus riñones y lomo, vértebras como tubos de bronce, huesos como barras de hierro, y puede atiesar su cola como un cedro (esta sentencia -según algunos estudiosos-, comporta un eufemismo). Come hierba como un buey, y fué hecho por Dios al comienzo de los tiempos; Éste le legó su favor, y legará a su informe cuello Su espada, en los días postreros. Todos los montes y las criaturas que habitan en ellos le rinden tributo. Nada lo perturba, podría incluso soportar el embate del Jordán contra sus fauces. Se añade que gusta reposar bajo los lotos.

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